Simón, fundando sobre una roca que no es Pedro - 1
-TRADUCIDO Y EDITADO de The Interpreter Foundation, sujeto a revisiones y/o actualizaciones posteriores.
FUNDADO SOBRE UNA ROCA: implicaciones doctrinales y de templo del apellidamiento de Pedro.
-PRIMER CAPITULO
Cuando el Salvador respondió al testimonio confirmatorio de Simón Pedro "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente", con la declaración, "tú eres Pedro [Petros], y sobre esta roca [petra] edificaré mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella" (Mateo 16:16, 18), Él no estaba identificando al mismo Pedro como la petra (“roca de fondo”) sobre la cual la iglesia de Cristo sería construida.
Sin embargo, el juego de palabras Petros / petra en este diálogo, si nos sugiere que Jesús estaba reconociendo el potencial que su discípulo principal tenía en cuanto al tipo de fortaleza que una “roca de fondo” necesita.
Pedro era una piedra “partida” o “tajada” de esta roca de fondo, “la Roca de edades” o “Roca de eternidad” o “fortaleza sempiterna” (ṣûr ʿôlāmîm, Isaías 26:4), una piedra con poder potencial de “roca de fondo” en el sacerdocio.
Las palabras de Jesús son una invitación a Simón, el futuro líder de la iglesia de Cristo, para “escalar” mediante Él---de llegar a ser más parecido al “Mesías, el Rey de Sion, la Roca del Cielo, la cual es tan amplia como la eternidad”.
Yahveh, como Dios de Israel, es descrito en la Biblia Hebrea como “roca” (Hebreo ṣûr, o con menos frecuencia, selaʿ).
El juego de palabras basado en la palabra o simbología de la “roca”, junto con la promesa de las llaves del sacerdocio (Mateo 16:19) fue una invitación hacia la divinización o deificación, (es decir, para que Pedro llegue a ser un "participantes de la naturaleza divina") en un sentido mayor que una transfiguración temporaria (Mateo 17:1-9).
Posteriormente, Pedro el sumo sacerdote totalmente convertido a modo o semejanza de roca de fondo y ahora presidente de la Iglesia, extiende una invitación a todos los santos hacia la divinización (2 Pedro 1:4)---llegar a ser, como él lo es, “piedra viva” convertida o incorporada en una “casa espiritual” o templo fundado sobre Jesús el Cristo y Su evangelio.
Mediante las llaves del sacerdocio y el poder sellador que Pedro recibió, y mediante las ordenanzas del templo efectuadas bajo esa autoridad del sacerdocio, las familias de los santos pueden llegar a ser “casas firmes”.
En este artículo hablaré de Simón “siendo apellidado” por Jesús como Petros y sobre sus consecuencias respecto a las enseñanzas de Jesús sobre el simbolismo de la “roca”, y respecto al evangelio restaurado.
Cuando se consideran otras ocurrencias de la usanza metafórica de la “roca” entre las escrituras atribuidas a Jesús, es claro que él considera la petra de Mateo 16:18 como mucho más amplia que el ser de Pedro el apóstol o el testimonio que Pedro recibió por revelación.
En cualquier otro lugar Jesús identifica sus propias enseñanzas ---la verdad revelada de la plenitud del Evangelio sempiterno que incluye sus ordenanzas--- como la “roca” sobre la cual las “casas” de los santos deben ser construidas.
Así pues, la “roca” no es solamente un testimonio de la fe revelado por el Padre, de que Jesús es el Cristo, pero además es la obediencia (“el oír”) y adherencia bajo convenio a la “doctrina de Cristo” lo cual significa recibir este testimonio.
Este convenio de obediencia nos brinda más revelación; nos ayuda a obtener las bendiciones del templo, a causar que haya poder de generación en generación dentro del sacerdocio, y a ser santificados en Cristo (divinización).
El infierno---los poderes de las tinieblas en el mundo de los espíritus--- nunca ha prevalecido en contra de la Iglesia a causa de las llaves del sacerdocio conferidas a Pedro.
Pedro y sus homólogos en los últimos días, han poseído la autoridad y las llaves del sacerdocio para asegurarse de que la Iglesia y sus familias son casas
“firmes”
“fundadas sobre [la] roca”
.
Considerándoles como un gran conjunto, el Salvador y su evangelio sempiterno son en realidad una “Roca… extensa como la eternidad,” una roca sobre la cual “nunca podremos caer” si construimos nuestras bases personales y familiares sobre ella.
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