Una señal y prodigio sincronizado con precisión - 1
-TRADUCIDO Y EDITADO de Meridian Magazine, sujeto a revisiones y/o actualizaciones posteriores.
La lluvia de meteoritos de 1833: una señal y prodigio sincronizado con precisión.
-PRIMERA PARTE
Poco antes del amanecer un 13 de noviembre de 1833, la mayor lluvia de meteoritos en la historia moderna fue observable a lo largo y ancho de toda la región Norteamericana al este de Las Montañas Rocosas, con cientos de miles de brillantes meteoritos cada hora.
No solo fue el cumplimiento de una profecía especifica que José Smith había hecho, sino que esta lluvia puede también haber sido una de las señales del establecimiento de la Iglesia y Reino de Dios como se profetizo en El Libro de Apocalipsis.
José Smith lo describió e interpreto como una señal del cielo.
“Alrededor de las 4 en punto a.m. Me despertó el Hermano Davis que tocaba mi puerta, y llamaba mi nombre para que me levantara y contemplara las señales en los cielos. Me levante, y regocijo mío, observe las estrellas caer del cielo como un diluvio de granizo; un cumplimiento literal de la palabra de Dios, como se registro en las Sagradas Escrituras.”
“No serán cuarenta días, y las estrellas caerán del cielo”
Este es un reporte hecho por Philo Dibble de una profecía bastante específica dada por José Smith que se verifico en la maravillosa lluvia Leónida de meteoritos de 1833.
“En una ocasión José estaba predicando en Kirtland, algún día del otoño de 1833. Un buen número de personas quienes no pertenecían a la Iglesia estaban presentes, y un hombre, más hostil y escéptico que otros, tomo nota con lápiz y papel de una profecía pronunciada en esa ocasión, en la cual José dijo ‘No serán cuarenta días, y las estrellas caerán del cielo’”.
Más del reporte de Philo Dibble:
“Tal evento ciertamente sería demasiado inusual e improbable para un hombre del diario vivir, y el escéptico escribió las palabras como una evidencia contundente para demostrar que José era un falso profeta.
En el día trigésimo noveno, luego de la emisión de aquella profecía, un hombre y hermano de la Iglesia, que responde al nombre de José Hancock,… y otro hermano estaban fuera cazando presas y se perdieron. Deambularon hasta la noche, cuando se hallaron frente a la casa de esta persona no creyente, quien con gran alegría saco esta nota sobre la profecía de José Smith y le pregunto al Hermano Hancock lo que pensaba de su profeta ahora que ya eran treinta y nueve días y la profecía no se cumplía.
El Hermano Hancock permaneció sereno y con sobriedad comento, ‘resta una noche del tiempo indicado, y si José lo dijo, las estrellas ciertamente caerán esta noche. La profecía será cumplida a cabalidad’.
El asunto ocupo la mente del Hermano Hancock, quien estuvo atento toda esa noche, y esa resulto ser la histórica noche, conocida en todo el mundo como ‘la noche de la caída de las estrellas’.
El se quedo esa noche en la casa del no creyente escéptico, ya que estaba demasiado lejos de casa como para regresar de noche; y en pleno diluvio de estrellas, se dirigió hacia la puerta de su hospedador y lo llamo a gritos que saliera para presenciar lo que él había considerado imposible y la cosa más improbable que pudiese pasar, especialmente en esa última noche que podría salvar a José Smith de la fortuna de un ‘falso profeta’.
El cielo entero estaba encendido por los meteoritos que caían, y la expresión del sorprendido espectador antes seguro, fue mirada sin rodeos y observada cuidadosamente por el Hermano Hancock, quien dijo que este se había puesto pálido como para el sepulcro y no pudo decir ni una sola palabra”.
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