Simón, fundando sobre una roca que no es Pedro - 8

-TRADUCIDO Y EDITADO de The Interpreter Foundation, sujeto a revisiones y/o actualizaciones posteriores.

FUNDADO SOBRE UNA ROCA: implicaciones doctrinales y de templo del apellidamiento de Pedro.





-CAPITULO OCTAVO y FINAL de esta miniserie de articulos.

“Las Puertas del Infierno No Prevalecerán”: Investido para Perseverar.

Incluso el mejor de nosotros, inicia como Pedro.

Como el Presidente Gordon B. Hinckley ha observado:
“Muchos de nosotros somos tan parecidos a [Pedro]. Juramos nuestra lealtad; afirmamos nuestra determinación a ser de buen ánimo; declaramos, algunas veces incluso públicamente, que venga lo que venga nosotros haremos lo correcto, que lucharemos por la causa justa, que seremos honestos con nosotros mismos y con otros. Pero las presiones empiezan a acumularse…Hay un debilitamiento de la voluntad. Hay un decaimiento de la disciplina. Hay una rendición. Y luego viene un remordimiento, seguido de auto-acusación y amargas lagrimas de pesar”.
Pero al fundarnos sobre Cristo y su evangelio---su “roca”---llegamos a ser como el vidente convertido Pedro (vea Hechos 10), quien podía declarar sin vacilación la necesidad de obedecer a Dios en todas las condiciones y bajo todas las circunstancias (vea Hechos 5:29).
Como Richard Lloyd Anderson ha notado, “Pedro proclamo el arrepentimiento, el bautismo, y el don del Espíritu Santo (Hechos 2:38, 8:14ss)”, es decir, el vivió (cfr. TJS de Juan 4:1-2) y predico la doctrina de Cristo sin miedo.

Simón el “oyente” llego a ser Pedro el “edificador” prudente (vea mateo 7:24).
Hemos de hacer lo mismo.

Pedro obtuvo las “llaves del reino” y por ende “la llave del conocimiento” (DyC 128:14), aun “la llave del conocimiento de Dios” (DyC 84:19).
El Profeta José Smith enseño que:
“Un hombre es salvado no más rápido de lo que él adquiere conocimiento, porque si él no adquiere conocimiento, él será llevado al cautiverio por algún poder maligno en el otro mundo, puesto que los espíritus malvados tendrán más conocimiento y consecuentemente más poder que muchos hombres sobre la tierra. Por lo tanto se necesita la revelación. Que nos asiste, y nos da conocimiento de las cosas de Dios”.
Obtenemos el conocimiento y la revelación que necesitamos para evitar ser “reducidos al cautiverio” acá y en el otro mundo únicamente al grado en que obedecemos (¡“oímos”!) la doctrina de Cristo---fe, arrepentimiento, bautismo, recibimiento del Espíritu Santo (y las ordenanzas de la casa de Dios), y perseverancia hasta el fin.
La investidura de poder y conocimiento que Pedro y los discípulos recibieron (vea Lucas 24:49) es brindada a los Santos de los Últimos Días para habilitarles a cumplir sus misiones terrenales y “obtener su exaltación eterna pese a la tierra y el infierno”.

La promesa que el Señor hizo a Pedro en Mateo 16 se extiende a los santos de los últimos días, y quizá ni una otra promesa es hecha con tanta frecuencia en la revelación moderna:
Si nosotros “edificamos la iglesia [del Señor], sobre el fundamento de mi evangelio y mi roca, las puertas del infierno no prevalecerán en contra de [nosotros]” (DyC 18:5) (DyC 8:9)  y  “a los que son de mi iglesia, y perseveran en ella hasta el fin, ESTABLECERÉ SOBRE MI ROCA, Y LAS PUERTAS DEL INFIERNO NO PREVALECERÁN EN CONTRA DE ELLOS” (DyC 10:69, énfasis añadido).
Igualmente, los Santos de los Últimos Días que obedecen la doctrina de Cristo (es decir, “cumplís estos últimos mandamientos míos que os he dado”), a estos el Señor les promete, “las puertas del infierno no prevalecerán en contra de vosotros; porque mi gracia os es suficiente y seréis enaltecidos en el postrer día” (DyC 17:8-9).
“Porque si hacéis estas cosas, las puertas del infierno no prevalecerán contra vosotros; sí, y Dios el Señor dispersará los poderes de las tinieblas de ante vosotros, y hará sacudir los cielos para vuestro bien y para la gloria de su nombre” (DyC 21:6).
“Y de nuevo os digo, si procuráis hacer todo lo que os mando, yo, el Señor, apartaré toda ira e indignación de vosotros, y las puertas del infierno no prevalecerán en contra de vosotros” (DyC 98:22).

La obediencia a la doctrina de Cristo---edificar sobre su roca mediante el poder del sacerdocio---es el camino.
El mismo Jesús fue obediente a “los mismísimos principios de su doctrina” (2 Nefi 31:7) al llegar a ser como el Padre y recibir su plenitud, y Simón Pedro lo fue al llegar a ser como Jesús.

Así como Jesús invito a Pedro, del mismo modo nos invita a llegar a ser participes de la naturaleza divina: “Seguidme.”

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