Simón, fundando sobre una roca que no es Pedro - 7

-TRADUCIDO Y EDITADO de The Interpreter Foundation, sujeto a revisiones y/o actualizaciones posteriores.

FUNDADO SOBRE UNA ROCA: implicaciones doctrinales y de templo del apellidamiento de Pedro.




-SEPTIMO CAPITULO

La Iglesia como “Casa[s] Firme[s]”: El Sacerdocio y las ordenanzas del Templo como la “Roca de fondo” Eterna.

Jose Smith hablo del bautismo por los fallecidos como una “ordenanza [que]…se instituyó desde antes de la fundación del mundo” (DyC 124:33).

En DyC 128:5, el manifestó que la obra vicaria de ordenanzas por los fallecidos
“solo es para obedecer la voluntad de Dios, acomodándonos a la ordenanza y preparación que el Señor ordenó y dispuso antes de la fundación del mundo, para la salvación de los muertos que fallecieran sin el conocimiento del evangelio”.
En DyC 128:8 el Profeta hablo de “ordenanzas” que necesitaban ser efectuadas “en persona, o bien por medio de sus propios agentes [vicarios], de acuerdo con la ordenanza que Dios ha preparado para su salvación, desde antes de la fundación del mundo”.
Aquí el Profeta cita el dialogo de la “roca” de Jesús y Pedro (Mateo 16:18-19).
Las ordenanzas requieren la autoridad y las llaves del sacerdocio.

El concepto de “ordenanzas” que fueron “instituidas” u “ordenadas y preparadas” desde antes de la fundación del mundo para la salvación de la familia humana es consistente con la visión revelada a José Smith de Adán, que tuvo un bautismo y una confirmación (Moisés 6:52-58), de la comisión a Enoc de bautizar (Moisés 7:11), etcétera.

Las ordenanzas del sacerdocio, incluyendo las ordenanzas vicarias por los fallecidos, son la “piedra de fondo” eterna que precede aun la fundación del mundo.

Incluso los muertos contra quienes el infierno previamente ha “prevalecido” pueden “ser redimidos, mediante su obediencia a las ordenanzas de la casa de Dios” (DyC 138:58).


Jesús sabía que su iglesia, sobre la cual presidiría Pedro, tenía que estar colectiva e individualmente edificada sobre la “roca” del testimonio revelado, la obediencia a las ordenanzas del evangelio (incluyendo las del templo), el poder del sacerdocio, y el Salvador mismo para llegar a ser la “casa firme” que las dinásticas “casas” reales nunca fueron, una manifestación del reino de Dios sobre la tierra, una “casa” en contra de la cual las puerta del infierno no podrían prevalecer.
El Señor hubo ofrecido a David, Jeroboam, y otros edificar una “casa firme” (Hebr. bayit neʾĕmān).

La “casa” real de David, cuyo último reinante (excluyendo a Jesús mismo quien nunca reino sobre Israel temporalmente hablando) fue Sedequías, se convirtió en una dinastía “inestable” a causa de los pecados de David y sus descendientes.
DyC 132:39 nos dice que ya que David “ha caído de su exaltación y ha recibido su porción; y no las [es decir, su familia, su “casa”] heredará fuera del mundo”.

El templo de Jerusalén sobre su “roca” era tanto la “casa del Señor” como también un monumento a la dinastía Davídica y a las promesas del Señor a David.
Ese templo ha sido repetidas veces asolado, como emblema de la fortuna de David.

Afortunadamente, hoy día los templos cubren la tierra, y las “casas” (familias) pueden convertirse en “casas firmes” mediante la fidelidad por convenio, la obediencia, y el ejercicio de las llaves del sacerdocio.

La Iglesia de Jesucristo es heredera de---y podría decirse que el cumplimiento de--- las promesas de “casas firmes” que hizo el Señor a los reyes de Israel.
En otras palabras, la Iglesia, sus familias, y sus templos son la “casa firme” de Jesús.

El mismo Pedro aprendió que el testimonio revelado y la obediencia por convenio podían crear “piedras vivas” a partir de miembros individuales de la iglesia y una “casa espiritual” (Gr. oikos pneumatikos) a partir de los mismos colectivamente.
La Iglesia en cualquier época es una “casa espiritual” o “casa firme” únicamente al grado que los santos mismos---colectivamente, individualmente, y por familia---estén “edificados” sobre el Salvador y su Evangelio.
La Iglesia es, en un sentido real, un templo como el templo de Jerusalén que descansaba sobre el monte del templo (Moriá), la “roca” de Sion.

El ejercicio de las llaves selladoras del sacerdocio que Pedro en otro tiempo recibió hace posible que familias individuales dentro de los muros de los templos modernos lleguen a ser “casas firmes”, siendo la “casa firme” una de las más importantes cosas que el templo simboliza.
El ejercicio de estas llaves también posibilita que colectivamente la Casa de Isarel llegue a ser una “casa firme” contra la cual el infierno no puede prevalecer---la casa “firme” que siempre estuvo destinada a ser, “firme” como el Salvador mismo.

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